RETORNO
Sebastiano Monada
Retorné cuando supe
Por noticias voladoras como halcones migrantes
Llegando rápidamente a difundirse en ciudades
lejanas
Como muchedumbres de ratones urbanos
Mataban a los cultivadores del choclo
Dejando viudas a maceradoras de chicha
Supe
La poesía se hace en rebelión de las calles
En suspensión de caminos apenados
Bloqueados por piedras y cuerpos congregados
Dignidades recobradas humanas
Poesía
Metamorfosis de órganos indignados
Convertidos en figuras mutantes de escrituras
forjadas
Hechuras de cuerpos plenos entregados al
combate
Crucé el océano
Inmenso como como recuerdos ahogados en el
agua
Distancia infranqueable por ninguna nave
Tiempo atormentado por oleajes de dilemas
No resueltos
Por despiadados comercios de esclavos
Distancia tan larga como olvido de tiempos remotos
Recordados todavía
Por corrientes de plantón y de peces dorados
Océano recorrido por fantasmagóricas
Carabelas conquistadoras y barcos piratas
Al volver
Como quien vuelve a tierras bárbaras
Idea peregrina
De península pretensiosa al creerse
civilización mundana
Tierras continentales de Abya Yala
Aunque son barrocas anudando mundos
Épocas y culturas variadas en expresiones
combinadas
Barroco y renacimiento perdido por Europa
enajenada
Amé sensualidad mestiza de muchachas bronceadas
Piel morena y ojos encendidos
Como innumerables preguntas del firmamento
Desconsolado por alejamiento irremediable
Preguntas sin respuestas como acertijos
indescifrables
Cadenciosas bachilleres en viaje de promoción
Dulces fragancias como mojada caña
Y bulliciosas como luz juguetona de la mañana
El vetusto tren luchando en asenso esforzado
Desde tierras bajas a altas montañas
Y al altiplano inmenso definido en geometría plana
Las declaraciones de amor, amistades
provisorias
Bullen como notas embriagantes en viaje crujiente
Imágenes inscritas en materia transparente
De suave brisa acariciante
Y clara como nostalgia de luna plateada
Voluptuosidad exorbitante de nocturnas
complicidades
Supe
Al retornar
No podía el camino desandar
Los terruños me seducían con canciones de cobre
Y sueños fundidos de estaño
Descubrí socavones donde la razón moría
Más acá del tiempo y de la luz
Más allá de las ideologías y las palabras
Mineral sin memoria, crueldad indiferente
Como administraciones de cementerios y de
cárceles
Amé allí en montañas desnudas
Como exhibición femenina después del baño
Rebelión exuberante de mujeres quechuas
Apoteósicas heroínas, epicúreas contestatarias
transitando
Periplos profusos en abundante
artesanía colmada
De abigarradas estéticas inventadas
Deslumbrantes como rutas de la seda
O circuitos insólitos de la coca
Tráficos entre mundos mezclados no encontrados
En intercambios sin rumbo
Supe
La intensidad emerge de piel transpirada
Sudor de tiempo exhalado como destilado de
choclo
Y suave lengua erótica acariciando labios
carnosos
Piel protectora del cuerpo ante un afuera
supuesto
Conectando compulsiva carne humana
Con carne volátil diseminada
Del cosmos melancólico
Había viajado antes al frío de la noche
En camiones polvorientos cargados de pueblos
Dormí en camas de piedra y colchones de piel
de oveja
Frazadas tiernas de coloridos awayos
Cobijado por comunidades eternas
Herederas del fuego, de la caza, la
recolección
Y la agricultura primera
Cobijado por corregidores caciques
Intermediarios silenciosos de mundos
incomunicados
Supe
En cordillera se guarecen minas clausuradas
Guerrilleros fugitivos y profesores olvidados
Cordiales jóvenes pastoras de llamas
Hermosas como pasado golpeando puertas
talladas
Mientras enseñan maestras y docentes
abandonados
En escuelas perdidas de la reforma
Supe
Me quedaría
Quedándome en la inquietud ruda de los
labradores
En la memoria excavadora de los mitayos
En la intrepidez sin límites de los estudiantes
En los ojos encendidos de la noche cóncava
De las miradas sin tiempo ni culpas
De las mujeres nativas
Supe
Del eterno retorno a la tierra
A sus grietas insondables
A su olor mojado y ceniza esparcida
A su miel gustosa como bondad paradisiaca
Y jubilosa como rítmica bailarina de ballet
A sus troncos colosales de árboles amazónicos
Donadores de sombras refrescantes
En promiscuas selvas orientales
Memorias del fuego viajero y del sol
insistente
Guardadas en escrituras vitales de madera
macerada
Registros de luz ondeante
Y velocidades incomprensibles
De pasiones intensas estelares
Supe
De los míos
De su persistente rubrica carnal
Perfil de ancestros y de códigos corporales
De cariñosas incomprensiones y copiosas
tolerancias
Cuando la horda misma se extendía
Tejiendo genealogías en recorridos sensuales
Supe
No se hace otra cosa sino retornar siempre
Por distintos caminos a diferentes lugares
Al mismo sitio de metamorfosis reiterada
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