lunes, 4 de abril de 2016

RETORNO

RETORNO

Sebastiano Monada














Retorné cuando supe
Por noticias voladoras como halcones migrantes
Llegando rápidamente a difundirse en ciudades lejanas
Como muchedumbres de ratones urbanos

Mataban a los cultivadores del choclo
Dejando viudas a maceradoras de chicha

Supe
La poesía se hace en rebelión de las calles
En suspensión de caminos apenados
Bloqueados por piedras y cuerpos congregados
Dignidades recobradas humanas

Poesía
Metamorfosis de órganos indignados
Convertidos en figuras mutantes de escrituras forjadas
Hechuras de cuerpos plenos entregados al combate

Crucé el océano
Inmenso como como recuerdos ahogados en el agua
Distancia infranqueable por ninguna nave
Tiempo atormentado por oleajes de dilemas
No resueltos
Por despiadados comercios de esclavos
Distancia tan larga como olvido de tiempos remotos
Recordados todavía
Por corrientes de plantón y de peces dorados
Océano recorrido por fantasmagóricas
Carabelas conquistadoras y barcos piratas

Al volver
Como quien vuelve a tierras bárbaras
Idea peregrina
De península pretensiosa al creerse civilización mundana
Tierras continentales de Abya Yala
Aunque son barrocas anudando mundos
Épocas y culturas variadas en expresiones combinadas
Barroco y renacimiento perdido por Europa enajenada

Amé sensualidad mestiza de muchachas bronceadas
Piel morena y ojos encendidos
Como innumerables preguntas del firmamento
Desconsolado por alejamiento irremediable
Preguntas sin respuestas como acertijos indescifrables
Cadenciosas bachilleres en viaje de promoción
Dulces fragancias como mojada caña
Y bulliciosas como luz juguetona de la mañana

El vetusto tren luchando en asenso esforzado
Desde tierras bajas a altas montañas
Y al altiplano inmenso definido en geometría plana

Las declaraciones de amor, amistades provisorias
Bullen como notas embriagantes en viaje crujiente
Imágenes inscritas en materia transparente
De suave brisa acariciante
Y clara como nostalgia de luna plateada
Voluptuosidad exorbitante de nocturnas complicidades

Supe
Al retornar
No podía el camino desandar
Los terruños me seducían con canciones de cobre
Y sueños fundidos de estaño

Descubrí socavones donde la razón moría
Más acá del tiempo y de la luz
Más allá de las ideologías y las palabras
Mineral sin memoria, crueldad indiferente
Como administraciones de cementerios y de cárceles

Amé allí en montañas desnudas
Como exhibición femenina después del baño
Rebelión exuberante de mujeres quechuas
Apoteósicas heroínas, epicúreas contestatarias transitando
Periplos profusos en abundante artesanía colmada
De abigarradas estéticas inventadas
Deslumbrantes como rutas de la seda
O circuitos insólitos de la coca
Tráficos entre mundos mezclados no encontrados
En intercambios sin rumbo

Supe
La intensidad emerge de piel transpirada
Sudor de tiempo exhalado como destilado de choclo
Y suave lengua erótica acariciando labios carnosos
Piel protectora del cuerpo ante un afuera supuesto
Conectando compulsiva carne humana
Con carne volátil diseminada
Del cosmos melancólico

Había viajado antes al frío de la noche
En camiones polvorientos cargados de pueblos
Dormí en camas de piedra y colchones de piel de oveja
Frazadas tiernas de coloridos awayos
Cobijado por comunidades eternas
Herederas del fuego, de la caza, la recolección
Y la agricultura primera
Cobijado por corregidores caciques
Intermediarios silenciosos de mundos incomunicados

Supe
En cordillera se guarecen minas clausuradas
Guerrilleros fugitivos y profesores olvidados
Cordiales jóvenes pastoras de llamas
Hermosas como pasado golpeando puertas talladas
Mientras enseñan maestras y docentes abandonados
En escuelas perdidas de la reforma

Supe
Me quedaría
Quedándome en la inquietud ruda de los labradores
En la memoria excavadora de los mitayos
En la intrepidez sin límites de los estudiantes
En los ojos encendidos de la noche cóncava
De las miradas sin tiempo ni culpas
De las mujeres nativas

Supe
Del eterno retorno a la tierra
A sus grietas insondables
A su olor mojado y ceniza esparcida
A su miel gustosa como bondad paradisiaca  
Y jubilosa como rítmica bailarina de ballet
A sus troncos colosales de árboles amazónicos
Donadores de sombras refrescantes
En promiscuas selvas orientales

Memorias del fuego viajero y del sol insistente
Guardadas en escrituras vitales de madera macerada
Registros de luz ondeante
Y velocidades incomprensibles
De pasiones intensas estelares

Supe
De los míos
De su persistente rubrica carnal
Perfil de ancestros y de códigos corporales
De cariñosas incomprensiones y copiosas tolerancias
Cuando la horda misma se extendía
Tejiendo genealogías en recorridos sensuales

Supe
No se hace otra cosa sino retornar siempre
Por distintos caminos a diferentes lugares
Al mismo sitio de metamorfosis reiterada




RETORNO

 










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