miércoles, 11 de mayo de 2016

VIAJE EN EL CAMIÓN DE LA NOCHE

MUJERES ANDINAS 22

Sebastiano Monada

Viaje en el camión de la noche


Cholita 6 

La noche fría residente
Como abuela encerrada en casa
Noche glacial aposentada
Como escarcha tenue
En nuestros pómulos entumecidos
Alumbrados por melancolía luminosa
Pálida de la luna desnuda
Alojada en nuestra piel aterida
Instalada en dedos agazapados
Durante letargo agarrotado
Del viaje largo noctámbulo

El camión llevaba en carrocería
Copiosas cargas de bienes al mercado
Y humanidades contraídas a la urbe
Defendiéndose contra insondable soledad
Errática y desorientada en concavidad
De tallado gramático firmamento
Abismo seducido en infinita caída
Cuerpos apegados aprovechando el fuego
Todavía ardiente de las morfologías

El polvo acompañaba el silencio reflexivo
Como sigiloso y laborioso cultivo
Del colectivo mudo ensimismado
Circunstanciales compañeros de viaje

Ella estaba tan cerca de mi clamor
Tan caliente y dulce
Como arcoíris de cantuta
Era hogar acompañado de ponches
Compartidos en fogatas de San Juan

Tus trenzas largas como enredaderas
Trepando colosales troncos
De árboles centenarios
Como leyendas precedentes

Tus ojos pensativos buscando horadar
El espesor congelado del aire
Persiguiendo pensamientos ahondar
En transcurso ondeante
Para encontrar las vetas petrificadas
De tus proliferantes preguntas

Tu pollera clara cubriéndote las piernas tibias
Demandantes de ternura no donadas
Tus noches fueron de agobiados descansos
Después de trajines laboriosos
Testigos de raptos intrépidos
En dormida oquedad del sueño

Quise tomarte en el viaje
En la isla móvil del camión compartido
Sentir tu calor, tu sorpresa
Tus defensas demostrativas
Mientras avanzaba en invasión imprevista

Te observe esa noche fría
Me miraste tímidamente
Como adivinando mis pensamientos
Sabía no te defenderías
Más allá de las preguntas
Mientras las estrellas lanzaban sus gritos intermitentes
En las lejanas distancias del vacío sin enunciados

Mujer de la noche
Montada en armazón crepitante
Del camión errante
Cuidando diligentemente tú carga

Acompañada por viajeros rudos
En la dureza de afanes de intercambio
De los pueblos y de los mundos
Trueque de ferias anticipadas
Antes de llegada perezosa
De madrugadas amarillentas
Y candorosamente somnolientas
Como niñas recién despiertas

Mujer de poco hablar
Diestra en fiestas al danzar
De silenciosa meditación
Buscando alumbrante iluminación

Esa noche amé tu cercanía
Tus pies quietos rozando los míos
Tu manta protectora arrullándote los hombros
La espalda delgada iniciada en faenas cíclicas
Intermediarias de ámbitos comerciales

Quise abrasarte sin explicar nada
Como si nos conociéramos años
Era ternura y necesidad de cobijarse
En tu maternal calor femenino

Esos viajes en camión han desaparecido
Depuestos por remozadas flotas abrigadas
Microclimas de transporte hospitalário
Sin contacto con el frio y el viento de la noche
Ni acompañados por el polvo turbado
Levantado por el camión solitario

Nunca más estaremos cerca
Tocándonos los pies agazapados
Con ganas de acercarnos para abrigarnos juntos
Sin hablar ni decir nada

Me sentí tuyo
Ama de mi soledad viajera
Dispuesto a ahogar mis deseos
En tu boca aymara

Mujer de trenzas enredadas
Transcripción de ideogramas antiguos
Protegiendo significados perdidos
En huellas hendidas en la carne
Olvidadas, emergidas
En los tiempos ancestrales

Mujer de comunidades añoradas
Ocultas en explanada inmensa del Altiplano
En quebradas heridas de la cordillera
Descomunal de los Andes

Mujer poseída por agonía cóncava
De la noche interminable
Por incesantes recuerdos guarecidos
En tu cráneo joven e inquieto

Poseída en el instante
Por mi mirada suplicante
Sembradora erótica
Cultivadora de la quinua real
Plantada en tu piel morena

Hoy recuerdo esa noche perdurable
Viaje en bastidor del camión ermitaño
Perdido naufrago en océano desconocido
En caminos de tierra polvorientos
Horadando rocosa meditación
De montañas ondulantes
Lerda danza de caderas nevadas

Amo tu huella inscrita en mi memoria
Encontrándola en mujeres de trenzas largas
Profanos poemas dilatados bajando
En la extensión maravillosa de tu espalda
Hasta tocar tu cintura ceñida

Cuando vuelvo a hundirme en tus ojos negros
Amo a las mujeres de pollera
De pómulos salientes
Y brillantes como la luna enamorada
Mujer de habla pura
Como el agua de manantial
Voz aguda de cántico ritual
Brotando como palabra sabía
Y cristalinos saberes atávicos
Como el agua germinada en cordillera

Amo tu lenguaje nativo
Discurriendo como brisa rizda
En una atmósfera llena de recuerdos
Hablando con la acústica de los jaqi
Jilatas y qullacas en thakhi
Chacha-Warmi complementándose
En amorosa calma sosegada

Amo tu tristeza antigua
Tu alegría momentánea
Amo tu fortaleza constructora
De redes sociales incesantes
Amo tu cuerpo caliente y mineral
Fundido en volcánico magma proverbial

Corteza suave de cobre
Tallado tesoro orfebre
Vetas de estaño, de plata y de oro
Misterios insondables del subsuelo
Explorado por mineros de ojos entornados
Ceremoniosos acullicadores perseverantes
De la bondadosa hoja de coca
Inalmama de la tierra y de las aguas
De las brisas fecundadas
Y los versos solares
Vetas metálicas de venas ocultas
Alimentado cuerpo geológico del planeta
Explotado por enclaves corporativos
Destructores de secretos de la mancapacha

Mujer de corajes heredados
Desde las tenaces abuelas antiguas
Legado labrado de culturas ancestrales
Por técnicas y saberes olvidados

Mujer encanto andino
De las comunidades resistentes
No olvidaré ese romance sin palabras
En el silencio helado de la noche
Sobre carrocería crujiente
De un camión solitario
Remontando demoledora explosión fijada
Como fotografía eterna
De convulsiones de la Tierra

Amo nuestra complicidad muda
Una noche gélida
Cuando nuestros pies se tocaban insistentemente
Sin separarse para nada
Como corroborando el entendimiento
De dos cuerpos viajeros demandantes
Vulnerables ante infinita caverna del cosmos
Habitado por el desierto vacío
Del tejido invisible de materia oscura
Y la primorosa ebullición
De constelaciones lejanas

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