Sebastiano Monada
Pareja de tango
Guapa morena caminando altiva y sagaz
En aparente retirada repentina y fugaz
Agarrada de la mano por el galán al acecho
Detenida en ese impulso mira a su pretendiente
Deja la acerque flexiblemente a su pecho
Es el momento del baile
Cuando ambos cuerpos se someten
A un interminable juego de circuitos
Y de forcejeos tenues
Donde el macho busca rendición sin comedimiento
Y la hembra no se deja conquistar por el intrépido
Conquistador de los arrabales
Compadrito joven y atrevido
Orgulloso de su gracia y su prestancia altanera
Arriesgado en las navajas
Osado en las noches de fiesta
La china le opone el cuerpo
Danzando como fragancia
De balletista espontánea
Escapando a los ataques
Del mancebo engreído
Envolviéndolo con encantos
Pasos dulces y provocantes
Cruzando las piernas hermosas de doncella
Con las fuertes y robustas del conquistador
Acosándolo con delicado furor
Moviendo las caderas al ritmo rápido
Dado por el bandoneón
Ondulando olas de hechizo encantador
Haciendo tambalear en mar al galeón
Ciñendo como soga su desnuda pierna
En las caderas viriles del danzante
Obligándole a cruzar sus pies
Bailan apretujados
Juntos como siameses
Mientras ella arremete
Con las curvas de su cuerpo
Y las piernas esbeltas rutilantes
Estrechando pecho a pecho
Rostro a rostro
Como entrega dulce e inquieta
Ya lo tiene dominado
En un efluvio dorado
De movimientos embriagados
Arte seductor del coqueteo plebeyo
Esa es la danza del tango
Danza sensual y de compulsa
Danza de pasión y vida
Entregada en el instante
De la música tejida
En las nostalgias del puerto
Satisfecha se retira
La pareja empedernida
Mientras otros llegan a ocupar
La escena ahuecada por ausencia
Dejada por rondadores noctámbulos
Llenándola con cuerpos para colmar
La noche suma y sigue
Canción tras canción tanguera
Olvidando se aproxima
El reiterado día siguiente
Abundante de luz y de trabajo
Habiendo omitido hubo un día
Anterior a la noche inmensa
De luz y de sensatez
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